La clave para conservar la juventud y gozar de una salud óptima es lograr un buen balance entre el ejercicio y una nutrición adecuada. El organismo entero se beneficia de esta fórmula, tanto física como psicológicamente.
Hacer ejercicio con regularidad mejora la digestión y la eliminación, aumenta la resistencias y el nivel de la energía, estimula la producción de masa corporal magra al quemar grasa, y reduce el nivel total del colesterol sanguíneo al aumentar la proporción entre el colesterol “ bueno “ (HDL) y el colesterol “malo” (LDL). El ejercicio también disminuye el estrés y la ansiedad, factores que contribuyen a muchas enfermedades y trastornos. Además de los beneficios físicos, estudios han revelado que hacer ejercicio con regularidad mejora el estado de ánimo, aumenta la sensación de bienestar y reduce la ansiedad y la depresión.
El aerobic center longitudinal study, que en la actualidad se sigue realizando y cuyo objetivo es examinar el efecto de distintos niveles de estado físico en la salud, recalcó la importancia del ejercicio para preservar la salud. De acuerdo con su informe en 1996, que fue publicado por el journal of the american medical association, el mal estado físico representa un riesgo tan alto para la salud como fumar, y puede ser un riesgo aun mayor que el colesterol alto, la hipertensión y la obesidad. Se informó que los fumadores cuyo estado físico es moderadamente bueno, pero cuyos niveles de colesterol y de presión arterial son altos, viven más tiempo que las personas que no fuman y que son saludables, pero llevan una vida sedentaria. Se afirmó que es posible lograr un estado físico moderadamente bueno en el lapso de diez semanas haciendo ejercicio todos los días como por ejemplo, caminar, montar en bicicleta o, incluso, trabajar en el jardín.
El ejercicio incluye una gran variedad de movimientos y de actividades. El ejercicio recreativo busca divertir y relajar, mientras que la intención del ejercicio terapéutico es aliviar o prevenir algún problema particular. A menudo, el ejercicio es tanto recreativo como terapéutico. Por ejemplo, cuando se les presta atención a los movimientos de los brazos y de los hombros, la natación puede satisfacer las necesidades recreativas y terapéuticas del individuo que tiene artritis en los hombros.
Existen distintas clase de ejercicio, cada una con un objetivo específico:
Ejercicios aeróbicos o de resistencias
Estos ejercicios, como nadar, montar en bicicleta, trotar y caminar a buen paso, mejorar la capacidad del organismo de utilizar el combustible y el oxígeno. El sistema cardiovascular se beneficia cuando aumenta tanto el aporte de sangre a los músculos como la distribución de oxígeno a través del organismo. Tan solo veinte minutos al día de la actividad aeróbica continua puede disminuir la presión arterial y contribuir al buen funcionamiento del corazón.
Ejercicios de máximo movimiento
Esta clase de ejercicios ayudan a conservar el movimiento completo de las articulaciones llevando a la parte del organismo que se está ejercitando a su máxima capacidad de movimiento. Un ejemplo es extender los brazos y trazar círculos amplios. Antes de hacer este tipo de ejercicios, que requieren algo de flexibilidad, se recomienda hacer ejercicios de estiramientos.
Ejercicios de fortalecimientos
Esta clase de ejercicios favorecen la actividad muscular y la capacidad de los músculos de contraerse. Por ejemplo, los ejercicios abdominales (sit-ups) ayudan a fortalecer los músculos del abdomen.
Por lo general, un solo tipo de ejercicio no logra dos metas.
Por ejemplo, un ejercicio de fortalecimiento no influye de manera importante en la resistencia, y un ejercicio de máximo movimiento no aumenta necesariamente la fuerza. Al diseñar un programa de ejercicios, es indispensable tener en cuenta las metas del individuo e incluir las actividades que permitan alcanzarlas.
El ejercicio no se debe tomar como un deber. Escoja actividades que disfrute. Empiece despacio, escuche a su cuerpo y aumente poco a poco la intensidad y la duración de su rutina de ejercicios.
Las persona mayores de treinta y cinco años y / o que han llevado una vida sedentaria por algún tiempo deben consultar con un médico antes de comenzar cualquier nuevo programa de ejercicio.
(Tomado de Recetas nutritivas que curan – segunda edición)
¿Y tú con qué tipo de ejercicio haz logrado tus objetivos?